Festival Internacional de Narración Oral Cuéntalee

Las historias que cuentan los narradores orales siguen haciendo crepitar el alma y la imaginación de quienes los escuchan, tal vez porque la narración oral es un instrumento de comunicación infalible; cuando uno de esos juglares contemporáneos se planta sobre el escenario establece una comunicación afectiva como la que sostienen los lectores con sus libros.
Mantener su oficio no es fácil pero es fundamental; los narradores orales enfrentan los distractores que tienen las sociedades contemporáneas tan audiovisuales: TV, video juegos, computadoras, iPads, iPods y demás tecnología; desafían el tiempo, son seres modernos que ejercen un oficio ancestral, son la encarnación de los juglares, de los contadores de historias que seducían a seres boquiabiertos al calor de las fogatas.
Y es que los narradores orales saben que son el instrumento que le da voz a los libros y por ello es un oficio cercano a la literatura. "Somos las páginas del libro y el niño, el joven, el adulto, hace el mismo ejercicio que en la literatura, a partir de las palabras imagina las historias y las recrea; el público a partir de los narradores orales, de sus voces, sus acentos, su gestualidad, hace que el cuento también aparezca", señala Armando Trejo, director del Foro Internacional de Narración Oral que organiza el Festival Internacional de Narración Oral "Cuéntalee".
En el marco de ese encuentro que cumplirá 24 años, se reúnen más de una treintena de narradores orales de México, Argentina, Colombia, Cuba, Francia y Panamá.
Cuatro de esos narradores orales: la argentina Marcela Sabio, el panameño Rubén Corbett, el cubano Aldo Méndez y el mexicano Armando Trejo reflexionan sobre los retos de los narradores orales en los tiempos modernos, sobre cómo han enfrentado distractores como la computadora, la TV y los videojuegos, en una época en la que hay más niños y jóvenes en los cibercafés que en las bibliotecas.
"Sí, somos seres modernos, pero la voz no es moderna y nuestra voz viene de un camino esencial, de un único camino, es la voz de Panamá, Argentina, México y Cuba, en esas voces hay un alma común que es el alma de lo humano, de la necesidad de relación, de la necesidad de compartir, de reinventar lo cotidiano para que trascienda o de inventar el futuro para llegar a él sin demasiados miedos. Sí, somos modernos, pero pertenecemos a una estirpe, a una raza global que es la raza humana, de alguna manera es lo que nos sostiene y lo que hace que en esta época caótica aún le destapes la oreja a la gente y le llegas al alma", señala Aldo Méndez.
El escritor cubano asegura que cuando ellos, con su voz, llegan al alma de quienes los escuchan, reviven esa llamita de la abuela, la maestra, el vecino o el recuerdo de alguien que les contó una historia. "Ese es el camino que caminamos, intentamos mejorarlo, musicarlo, enriquecerlo, hacerlo poesía, pero de alguna manera seguimos contando lo mismo; cuando miras la tradición oral, cuando miras la literatura, si bien la literatura huye de los lugares comunes, nosotros somos el lugar común, por eso podemos articularnos con otros imaginarios porque pertenecemos a un imaginario global".

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