Roy Berocay y la Literatura infantil charrúa

Dentro de la literatura de la Republica del Uruguay existe un autor sumamente reconocido en esa nación sudamericana. Su nombre es Roy Marcos Berocay y es muy difundido entre los niños y en los colegios, por su literatura infantil lo cual le ha dado un reconocimiento internacional.
Nació en Montevideo en 1955 y cuando sus hijos eran unos niños, cansado de contarle "800 veces los cuentos de la selva de Horacio Quiroga para hacerlos dormir", buscó otro tipo de literatura infantil y al no encontrar nada decidió inventarle cuentos. En una ocasión, estando de vacaciones en Mar del Plata vio a su hijo jugando con un sapo, rápidamente lo bautizaron "Ruperto" y esa noche comenzó a inventarles historias y aventuras sobre el dichoso sapo.
Siendo corresponsal de la agencia internacional "Reuters" en Uruguay, publicó su primer libro "Pescasueños" (1985) y un día el editor le planteó escribir un texto para niños, "me acordé de aquellas historias que le contaba a mis chicos y así surgió "Las aventuras del sapo Ruperto" (1994). Desde ese momento su éxito fue inmediato en Uruguay y Argentina, debiendo escribir la secuela de las aventuras de este personaje; "Ruperto de terror III" (1995), "Ruperto detective" (1997), "Ruperto insiste" (1999), "Ruperto al rescate" (1999), "Ruperto rocanrol y otras bobadas" (2008) y "Ruperto y el Señor Siniestro" (2009). En una ocasión se le preguntó si el personaje del Sapo Ruperto ha cambiado a lo largo de los años a lo cual respondió que así era "ya que cuando empecé a escribir tomé como posible destinatario a uno de mis hijos. Cuando escribí el primer libro, "Las aventuras del sapo Ruperto", él tenía cuatro años. Ahora él tiene veinticuatro, así que lo dejé de lado. Al empezar el segundo, él tenía seis y después nueve cuando escribí "Pateando lunas". El personaje fue creciendo, en la medida en que él crecía. También creció el sapo: pasó de ser un sapo niño a ser un sapo tal vez más cansado y más vago (más maduro también) en los últimos libros. Si uno no los lee en orden, eso se pierde". Y es que no solo a escrito las aventuras de este personaje, también tiene otros libros, siempre dentro de la dinámica de la literatura infantil tales como; "La noche del dragón" (1990), "El abuelo más loco del mundo" (1994), "Lucas, el fantástico" (1997), "Siete cuentos sin sapo" (1998), (2000), "Ernesto el exterminador de seres monstruosos (y otras porquerías)" (2006), "Juanita Julepe y el Río de Zombis" (2007), "Ernesto el exterminador y el increíble mundo más allá de Sayago" (2010) y "Leandro de la selva" ( 2014) entre otros.
Por su destacada labor literaria a recibido innumerables premios y reconocimientos internacionales como el Premio Editorial Tupac Amaru en 1989 y en 1994 fue seleccionado por la Secretaría de Cultura de México para su colección "Rincón de Lectura".
En una ocasión se le preguntó por qué no escribía literatura para adultos señalando, que le gustaría hacerlo "pero sucede que se me ocurren un montón de otras cosas... y eso queda postergado. Escribir para adultos es como una excusa a largo plazo, pero lo cierto es que no siento necesidad de hacerlo porque me atrapó mucho la literatura infantil. Sin embargo, escribir es una necesidad vital para mí. No podría vivir sin escribir, como tampoco podría vivir sin hacer música. No creo en escribir para lograr algo: para vender, para ser popular. Empecé a escribir porque no podía no hacerlo. La necesidad de expresarme desde la adolescencia; escribía letras de canciones, poemas, cuentos, grandes reflexiones sobre cómo salvar a la humanidad, era muy fuerte. Se fue dando todo un proceso que tenía mucho que ver con lo que leía. También influyó mucho el hecho de admirar a determinados escritores, querer ser como esas personas, leer en entrevistas lo que pensaban, lo que vivían. Siempre fue una necesidad, un llamado".
Con respecto a autores que han influenciado en su narrativa a señalado que en "la adolescencia, admiraba mucho a Hermann Hesse, sobre todo "El lobo estepario" y "Demian" de hecho uno de mis hijos se llama Demián. Ray Bradbury me enseñó el poder de los personajes por encima de la trama; en sus cuentos tal vez me fascinaban los personajes o las situaciones, pero los finales no eran una cosa del otro mundo. Ya más de grande, Ernesto Sábato fue un escritor que me marcó muchísimo. Ahora, más recientemente, el escritor japonés Haruki Murakami me impactó de manera muy profunda. Por supuesto que, en el medio, hubo infinidad de escritores a quienes admiro".
Por último Berocay ha señalado, de manera muy generosa, su metodología de trabajo señalando que "creo que en la escritura tiene que haber dos etapas. Primero escribo y me dedico más que nada a descubrir la historia. Una vez que tengo la historia, la desarrollé y llegué al final, empiezo a corregir. Vuelvo al principio y empiezo a trabajar en el pulido de la trama. Pulir siempre es más tirar que agregar. La primera parte es la divertida, porque es la de la creación, la búsqueda, la invención de los personajes. La segunda parte tiene que ver con cómo hacer que todo ese mecanismo encaje, funcione correctamente, es una parte de mayor trabajo y precisión. A mí me divierte mucho buscar la historia, la parte de la creación: eso de despertarse a las tres de la mañana y decir: "¡claro, a Fulano le pasa tal cosa!", e ir a anotarlo porque si no te olvidas de las mejores ideas Escribo en el comedor de mi casa. Pero tengo horarios: antes escribía de noche, tarde, cuando todos se iban a dormir; ahora cambié y estoy escribiendo de mañana, antes de que todos se levanten. De todos modos, por el hecho de haber trabajado muchos años como periodista, tengo un gran poder de concentración y puedo escribir en cualquier lado, incluso con ruidos a mi alrededor".

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