Reeditan obra de María Elena Walsh

Vivir en El reino del revés, adoptar una mascota como Dailan Kifki, visitar el Zoo loco o asustarse con Tutú Maramba es la propuesta de la nueva colección que reflota estas creaciones de la escritora argentina María Elena Walsh, referente de la infancia de los años 70 y 80, con la idea de crear o recuperar recuerdos en los lectores.
"En el equipo de editores comenzamos a sentir una gran nostalgia por aquellas ediciones que poblaron nuestra infancia porque antes que editores somos lectores y todos fuimos (y todavía somos, en algún rincón de la memoria) niños agradecidos al mundo increíble en el que nos sumergió con sus poemas, canciones, cuentos y novelas", afirma Violeta Noetinger, directora de la colección, en una entrevista con la agencia argentina de noticias Télam.
Walsh -poeta, novelista, cantante, compositora y guionista de teatro, cine y televisión- es una de las figuras imprescindibles de la cultura argentina; fue nombrada Ciudadana Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires en 1990, Doctora Honoris Causa de las universidades nacionales de Córdoba, y de Río Cuarto; y ganó el Reconocimiento Público de la Academia Argentina de Letras 2008.
"Los recuerdos de sus trabajos son muchos. Recorro estas páginas y ante todo está la voz de mi madre cantando y muchas veces inventando ritmos para las canciones. También me reencuentro con estas ilustraciones, que en las ediciones que yo tenía estaban pintadas con mamarrachos de hermanos mayores. Porque así fue cómo las heredé", recuerda la editora.
"Su vigencia es inacabable, fue una gran poeta, una gran escritora y una artista integral, una figura única", asegura con orgullo la editora sobre los trabajos que fueron traducidos al inglés, francés, italiano, sueco, hebreo, danés y guaraní; sin olvidar a Manuelita la tortuga, que fue figura internacional de la pantalla grande.
"Creo que sus libros conservan la frescura y el magnetismo de siempre porque son obras maestras -sostiene Noetinger- que juegan con el absurdo, con el lenguaje y con la musicalidad de las palabras. Su altísima calidad literaria es lo que las convierte en clásicos que logran renovarse con cada generación de lectores".
La reconocida fotógrafa Sara Facio, última compañera sentimental de María Elena Walsh, fue una gran aliada en este proyecto: "Fue la primera en entusiasmarse con la idea de la reedición de las obras y sus dotes visuales nos ayudaron para tener otra mirada sobre el trabajo que estábamos llevando adelante".
Otra parte importante para que estos libros vieran la luz fue el aporte del ilustrador Pedro Vilar -fiel compañero de la obra de Walsh- y para dar con él, Noetinger se sumergió en una actividad pseudo detectivesca: "Con casi ochenta años no está en las redes, no tiene celular, ni mail ni nada", cuenta y rememora la desesperanza inicial con la que recorrió agendas de teléfonos y contactos de Internet.
"Consulté a humoristas gráficos e ilustradores para ver si alguien tenía sus datos y gracias a las redes, un contacto me pasó su número de teléfono. El día que lo llamé me atendió con toda naturalidad y me dijo 'cómo va a ser difícil encontrarme, si almuerzo todos los mediodías en la esquina de la editorial, y allí hay un cuadro con mi número de teléfono!" recuerda entre risas.
"Era como si me hubiera estado esperando todo este tiempo -asegura Noetinger-. Pedro, casi a modo de un museo viviente, nos acercó muchísimos juegos, posters y demás objetos que se hicieron en su época con los personajes de María Elena y sus ilustraciones".
Otro de los hechos que confirman que la magia de la escritora sigue intacta entre las páginas de sus libros fue que una de las editoras, quien aseguraba no recordar mucho de su obra, al abrir uno de los libros por primera vez se encontró con las imágenes y congelada exclamó: "¡Yo copiaba estas imágenes!". "Así, de imprevisto, surgió un recuerdo totalmente olvidado, como un tesoro escondido que uno encuentra sin buscarlo, y cuando menos lo espera", expuso.
En los cuatro tomos de esta reedición los lectores, pequeños y grandes, podrán encontrarse con poemas y canciones conocidas o no tanto, pero que seguro traerán recuerdos de tardes llenas de teteras de porcelana que no se ven y que nunca se sabrá por qué.

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