Gabriela Adamo nueva directora del FILBA

El objetivo del Filba sigue siendo "acercar al libro a la mayor cantidad de gente posible", dijo a la agencia Télam Adamo, recién desembarcada en este proyecto, luego de abandonar en mayo la dirección ejecutiva de la fundación El libro, mediante la cual imprimió a la Feria del Libro de Buenos Aires una difusión inédita en sólo tres años.
Se trata de "un deseo ambicioso en el mejor sentido de la palabra", anticipa esta licenciada en Ciencias de la Comunicación que con 45 años atesora casi dos décadas de experiencia en el mundo editorial, que cursó estudios de Literatura Comparada en las universidades estadounidenses de Boulder (Colorado) y Bloomington (Indiana) y que trabajó en el mítico sello Sudamericana.
Tiene que ver, asegura esta joven profesional que también es traductora de alemán, "con poner en contacto a América Latina pero mirando hacia adentro para que el movimiento trascienda Buenos Aires, entendiendo que el interior del paí­s tiene un potencial enorme para generar discusión en torno a la literatura y los libros".
"Esta situación de disparidad entre las ciudades capitales y las del interior se repite en cada paí­s latinoamericano -afirma Adamo-, un problema muy de nuestro continente, donde las grandes ciudades concentran toda la actividad ya que también son los motores de muchas iniciativas, pero el desafí­o es que las actividades no se queden sólo ahí".­
A su entender ése es el punto en común de Latinoamérica, que "saliendo de las grandes ciudades el vací­o es total, hay una especie de abandono, de falta de acceso y de distribución de libros con poquí­simas librerí­as, algo que las bibliotecas intentan palear pero muchas veces sin demasiado éxito, ya que la fuerte presencia que tienen en Argentina no es lo corriente".
"Sin lugar a dudas -continúa- hay que trabajar hacia adentro y hacia afuera para generar lectores críticos, variados y activos, así como para y movilizar el mercado del libro, algo que se torna complejo en territorios que son enormes en su extensión geográfica y muy complejos en las dificultades que cada uno presenta".
Pero "cómo medí­s si hay pocos o muchos lectores -pregunta- sobre todo hoy en dí­a que la pregunta es qué es un lector. Lo que deseo es trabajar para generar lectores cada vez más independientes en sus elecciones, en su forma de asimilar y aplicar sus lecturas, ya sea en el trabajo, en su imaginación, fantasí­as o bienestar".
Para Adamo, "ahí­ es dónde, si escarbás un poco, notás que cada vez hay menos gente que usa el libro en ese buen sentido, hay muchas otras lecturas que también sirven para pensar, tener imaginación o evadirte pero yo soy una abanderada del libro, y en ese espacio me interesa trabajar".
"Aunque no tenemos números ni estadí­sticas, está claro que nunca va a faltar la necesidad de generar otro tipo de relación con la palabra escrita y los pensamientos en torno al libro", afirma.
Una de las cosas que la sedujo del Filba, asevera, "es la posibilidad de trabajar seriamente con muchos tipos de lectores" y puso como ejemplo al Filbita, que trabaja con los niños, sus padres y profesionales del libro infantil desde editores a bibliotecarios; y el festival original, que convoca a un público que "le gusta discutir la ficción con ciertas exigencias, una ficción que ayuda a ver el mundo de otra manera y que a veces roza el ensayo".
Por otro lado, remarcó, "está esa parte tan necesaria del diálogo con los lectores del interior del paí­s que se produce a través del Filba Nacional, que permite ir descubriendo qué se lee, escribe y publica más allá de estos grandes motores generadores que son las ciudades capitales".
"Es esta doble cara y esta función de lupa con las que se va armando una red de lectores sudamericanos que puede ser fascinante", reflexiona, para reflexionar sobre nuestra contemporaneidad de manera más acabada.
La idea es, en resumen, "darle solidez" al festival literario que comenzó a vislumbrarse en 2009 en Buenos Aires como iniciativa del Museo de Arte Latinoamericano (Malba), luego quedó a cargo de Pablo Braun, y hoy tiene además de la sede porteña, la de Santiago de Chile y Montevideo, el Filbita, el Filba Nacional que anualmente visita una ciudad del interior del país y las visitas a escuelas.

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