Isol presentó Abecedario en Mano
Ganadora en 2013 del prestigioso premio Astrid Lindgren (el Nobel de la literatura infantil y juvenil), Marisol Misenta, Isol para todos, es una de las plumas narrativas más aplaudidas, portadora de un imaginario de textos y dibujos filosos, absurdos y volátiles, marcados por un registro en el que la ternura se mezcla con un tono sarcástico, por momentos duro, por otros dulce como los trazos despejados de su plástica.
Isol representa eso que se conoce como autora integral, pues además de dibujar, escribe. Y también canta y compone -con el grupo "Sima" cristaliza otra de sus vetas al frente de la voz y las letras-; y como narradora, adoran su obra mediadores (padres, docentes) y, claro, también los chicos por libros que ya se han convertido en clásicos dentro de círculos de lectores, como "Petit el Monstruo", "El menino" o "Cosas que pasan".
Ahora -el `ahora` puede sonar atemporal para una artista prolífica- su obra atiende al mundo de los más pequeños con "Abecedario a mano" (Fondo de Cultura Económica), un "abecedario caprichoso, un juego", como señala, que creativamente comenzó con el dibujo de una letra, luego con el de una imagen que la acompañara y finalmente con una palabra que funcionó como nexo. "¡Uy, qué susto!", para la U; "¡Wow!" para la W.
En realidad, estos dibujos realizados con pincel, tinta china y recortes que llenaron de color esos trazos vienen de una muestra que realizó en la porteña Galería Mar Dulce mucho antes de imaginar que integrarían un libro, y que surgió de la búsqueda de argumentos para dibujar: "Tener un marco conceptual como ABC es como tener las reglas de un juego en las que después tenés que ver cómo ingeniártelas para ganar", dice en la entrevista con la agencia argentina de noticias, de la cual presentamos algunos párrafos.
-Télam: "Abecedario a mano" es un abecedario abordado con otro tipo de asociaciones, no explícitamente directas, donde la letra juega un rol medular ¿Qué tiene la letra como signo? ¿Qué es la letra despojada de la palabra?
-Isol: Dibujar letras es un arte en sí, los orientales trabajan la caligrafía como una forma de meditación, y realmente si uno no está pendiente de la letra como herramienta para referir a otra cosa, el mero hecho de dibujar esas líneas es un placer: elegir con qué instrumento hacerlo, tamaños, estilos, líneas curvas o rectas. Las letras en sí son hermosas. Desde los egipcios pasando por fenicios y romanos, nuestras letras latinas son formitas con mucha historia.
-T: Primero dibujaste letras, luego imágenes y finalmente uniste con palabras. ¿Qué te supuso ese desafío creativo? ¿Y si no se amigaban las letras con el resto de los dibujos?
-I: Tengo la fe del ilustrador: siempre hay un nexo entre el texto y la imagen, aunque no se vea a primera vista. En todo caso, el cerebro del lector lo encontrará. A mí me resulta un desafío estimulante. Es increíble la cantidad de asociaciones que se dan con solo una letra y un dibujo para armar frases que dan sentido al conjunto.
-T: Por su gesta creativa es un libro que dispara ideas, ¿lo pensaste para desatar reflexiones, asociaciones?
I: No tengo una estrategia acerca de lo que quiero que el lector haga, lo que sí quiero es encontrar alguna asociación poética, divertida, tal vez conmovedora, que llegue al que mira. ¡Usamos tan poco nuestras capacidades de lenguaje personal! Pero la culpa no es de la letras, sino de pensar lo que se hace sólo en términos utilitarios básicos. Al sacarle esa cáscara estandarizada al lenguaje, podemos encontrar una voz más propia y profundizar.
-T: ¿Y cómo pensás, entonces, tus libros?
-I: Me moviliza tener algo que contar, sea a través de las imágenes o del texto, algo que si me pongo en un lugar de espectadora me parezca divertido, interesante y no previsible. Puede ser divertido y triste, puede ser tosco y delicado a la vez, esos contrastes son muy atractivos. Trabajo con elementos y asociaciones que son bastante abiertas y pueden disfrutarse desde pequeños. Los niños son muy curiosos y ponen más atención que muchos adultos.
-T: En los últimos años se dio un boom del libro-álbum, con cantidad de títulos y sellos especializados. ¿A qué lo vinculás?
-I: Me es difícil analizarlo objetivamente porque desde niña me fascinan los libros de imágenes, por lo tanto me parece lo más natural esta pasión. Las imágenes muestran cosas diferentes y de otra forma que las palabras; el resultado en el libro álbum es una experiencia en la que lo plástico también nos deleita y propone lecturas diversas, a veces más polisémicas que el texto. Y al trabajar en relación a este, las ilustraciones dan carne a los personajes, enriquecen la narración. No es un detalle menor que haya muchos libros de calidad, y por eso aumentan los adeptos al género...
-T: Y ante la inmensidad de propuestas que combinan imagen y palabra ¿cómo se elige un libro ilustrado?
-I: Igual que cualquier otro: por gusto, por atracción, por empatía, por adelantarnos a un placer futuro cuando lo hojeamos. Los libros álbum se dejan leer en una mirada rápida como para ver si nos atrapan o no. En mi caso, algunos me atrapan por sus resoluciones plásticas, otros por su texto, y la perla negra es encontrar el que juegue con estos lenguajes para contar algo que me emocione.
-T: Las fórmulas son distintas, algunos combinan escritor e ilustrador, en otros casos, como vos aquí, el autor es responsable de ambos lenguajes, ¿cómo es hacer uso de distintas formas de narrar?
-I: Cuando una persona es autora de texto y dibujos, se dice que es un `autor integral` y el producto suele ser un libro en el que se narra una parte desde lo literario y otra desde la imagen. Por eso son libros con una cualidad diferente. Pero hay muchas maneras de ilustrar y acercarse a un texto. El ilustrador debe ser un buen lector y saber usar sus herramientas para hacer pareja con ese texto y de alguna forma `hacerlo bailar`. El ilustrador es un autor, por supuesto, y trabaja con el lenguaje gráfico así como el escritor con las palabras.
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