Fernando de Vedia crece junto a sus lectores

"Me interesa acompañar a los chicos en su crecimiento -sostiene el escritor-. Si escribís para determinada edad, el chico crece y no te tiene más. Mis lectores tienen un margen de edad de entre los cuatro y los 13 años; o sea a lo largo de toda esa edad tienen un texto que los acompaña".
Gracias al nacimiento de sus sobrinos y de buscar una nueva manera de acercarse a ellos, comenzó a escribir cuentos infantiles sin la seguridad del éxito que tuvo años más tarde.
"Lo primero que escribí fue la historia de Paco del Tomate, un inventor de cosas inútiles que vive en el barrio de los inventores, por eso le tengo un cariño especial. Cuando me di cuenta que a los chicos le gustaba la historia no paré de escribir", recuerda.
A Paco le siguieron las historias de: "El inventor de la calesita", "La oficina de los besos perdidos", "Maldito MP3" y "Supersucio" entre más de 50 títulos publicados.
De Vedia es licenciado en publicidad y un buen día, al ver que sus libros se vendían como pan caliente en todo el país, decidió renunciar a su trabajo de toda la vida y se dedicó de lleno a publicar historias para hacer de las cabezas de sus lectores un lugar maravilloso.
¿Cómo pasó de escribir cuentos para chicos pequeños a esas espantosas historias de terror? "Me gusta mucho el género a pesar de sus detractores -asegura-. Creo que es una forma de enfrentar a los chicos con sus miedos, prepararlos, pero con la seguridad de su hogar".
"No todos están preparados para pegar el salto. Depende del perfil de cada chico. Las escribí pensando en chicos de 10 años en adelante, pero lo leen los de siete y ¡les encanta! Todo depende de la cabeza que tengan", asegura.
En su última publicación Nuevas espantosas historias de Morton Fosa (Atlántida), los lectores se encontrarán con escalofriantes historias como "La bicicleta del abuelo", "La estatua", "Ruidos molestos" o "Pelos" que cuenta la historia de un perro callejero embrujado que perdía pelos con cada cepillado.
"En una escuela, hace poco -recuerda-, leí «Pisadas en la arena», un cuento de este libro que es muy cruel, y mientras pasaba las hojas pensaba «me equivoqué, por qué elegí este cuento», pero en el aula había un silencio sepulcral, los chicos seguían atrapados esta historia donde hay chicos como ellos".
No sólo eso, rememora De Vedia, sino que "pasados unos días me escribió una mamá contándome que su hijo nunca había leído un libro, pero la historia que yo pensaba equivocada le había encantado y le pedía más cuentos como éstos".
"La historia entró por una ventana a la vida de ese joven que nunca leyó nada -se entusiasma-, por eso le recomendé a esa mamá agradecida que aproveche la motivación para que no termine en un libro de cuentos de terror".
De Vedia le aconseja a los padres a pensar historias para sus hijos porque "no hay un sólo chico al que no le gusta que le cuenten un cuento, hasta el más difícil se engancha con las historias, es una manera de comunicarse y, además, con cinco minutos es suficiente".
También insta a los niños a que escriban "porque es divertido y no necesitan plata, con sólo un poco de papel y un lápiz pueden crear un mundo fantástico".
"Cuando tenía mis escritos bajo el brazo y buscaba una editorial para publicar, se me cerraron muchas puertas, pero el secreto es la perseverancia: si uno está convencido de sus sueños, se consiguen", asegura.
De Vedia creció leyendo los clásicos de la biblioteca de Robin Hood, historias de detectives, series negras y de más grande trabajó haciendo dibujo humorístico; amó la narrativa de Roberto Fontanarrosa y quizás de ese mix de géneros nacieron las historias de un escritor que hace creer en los mundos de fantasía y de terror a sus lectores. (telam)

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