Colección infantil de la Biblioteca Nacional Argentina
"Es una colección donde la Biblioteca enfrenta un dilema que nunca había tenido: tratar con lectores infantiles. Siempre fue una institución que se dirigía y constituía público adulto, por eso, por eso fue un desafío muy grande", cuenta a la agencia de noticias Télam Sebastián Scolnik, coordinador de estas ediciones.
En papel satinado con ilustraciones de Mey!, la primera antología nació a finales de 2011, con cuentos de Horacio Quiroga, Juan José Manauta, Elsa Bornemann, Luis Pescetti, Patricia Suárez, Sandra Comino, María Brandán Aráoz, Ana María Shua y Cristina Martín.
El segundo tomo vio la luz al siguiente año con obras de Álvaro Yunque, Javier Villafañe, Margarita Belgrano, Griselda Gambaro, Adela Basch, Ricardo Mariño, Gustavo Roldán, Paula Bombara y Laura Escudero.
Mientras que el tercero salió este año y cuenta con las firmas de Oche Califa, Ema Wolf, Ana Alvarado, Silvia Schujer, Laura Devetach, Pablo De Santis y Marcelo Birmajer; todos volúmenes que incluyen simpáticas biografías de los autores, que cedieron sus derechos, además de coloridos mapas y datos de la historia y costumbres de cada país.
"Para las antologías, uno de los criterios fue mezclar clásicos y contemporáneos. Luego de una investigación, se eligieron aquellos cuentos representativos de una época o que hayan formado generaciones de lectores", dice Scolnik.
Así, en estos libros los nuevos lectores se toparán con cuentos -que en muchos casos han leído sus padres y abuelos- como "La tortuga gigante" de Quiroga; el emblemático "Un elefante ocupa mucho espacio", de Bornemann; "Rosas para la maestra de segundo grado", de Yunque; "Un hogar en la gran llanura", de Guillermo Enrique Hudson; "Los horneros" de Manauta o "El gato que quiso comerse la luna", de Villafañe.
"Respecto a los más contemporáneos -sigue el coordinador- la selección tiene ver con la repercusión de esos cuentos o de sus autores y con sugerencias de ellos mismos, quienes plantearon textos con desafíos concretos". Así, se pueden leer inéditos como La inspiración de De Santis o El libro prohibido de Birmajer.
"Una preocupación fue buscar cuentos que zafaran del estereotipo de cómo deben ser tratados los niños, que tuvieran una derivación inesperada como resolución inimaginables o un lenguaje peculiar", indica Scolnik y confía, como curiosidad, que Felipe, el hijo de una compañera de trabajo, "fue un pequeño editor, un tester que dio el guiño final a cada libro".
"A nadar con María Inés", de Gambaro; "Tal vez sea cuerda", de Basch; "El rapto" de Mariño; "Pisando fuerte", de Roldán"; "Suj, el sueño", de Escudero; "Mamá, ¿por qué nadie es como nosotros", de Pescetti; "Velorio de campo" de Comino o "¿Qué pasa, Mecha?", de Wolf, son algunos relatos que apuntan a la ruptura de cánones del lenguaje infantil.
Con esta premisa, surgió la serie "Chiquitos de América Latina", dedicada al rescate de cuentos de la región en pequeños libros ilustrados por Mariana Ardanaz, quien modeló personajes y situaciones en plastilina.
"Pimpiro", "La sombra olvidada" y "Una azucena de luz y colores", son las propuestas de Rivera Martínez (Jauja, Perú, 1933), que "de ningún modo se circunscriben a Perú o a la realidad andina, sino que expresan una mixtura étnica, cultural y social", dice Scolnik.
Con flechas que salen del texto y aclaran el significado de algunas palabras utilizadas en esos países, estos bellísimos libros son una ventana al mundo de la infancia en Latinoamérica.
"El desafío es considerar a la región como un territorio vivo y dialogar con autores para que la imaginación infantil pueda desarrollarse por fuera de de las imágenes más tradicionales", enfatiza el editor y adelanta que prevén publicar cuentos de Uruguay y México y que hay una cuarta antología en camino.
Además del rescate de tres relatos de la cubana Dora Alonso (1910-2001), esta colección recoge una joya de la brasileña nacida en Ucrania, Clarice Lispector (1920-1977), "La mujer que mató a los peces", que para Scolnik "es polémico, a algunos adultos les resulta fuerte, pero en diálogo con los niños comprobamos que ellos tienen un tratamiento mucho más familiar con la muerte y los animales y es interesante introducir esa discrepancia".
La Biblioteca Nacional promueve la lectura con publicaciones a bajo costo y tiene un programa de actividades comunitarias para difundir la lectura en todo el país a bordo del tren sanitario del Ministerio de Desarrollo Social: "Fue allí donde surgió la necesidad de ocuparnos de la literatura infantil", precisa el coordinador.
La colección "Quelonios", bautizada en honor a las tortugas legendarias que "son testigos absolutos de la historia de la humanidad", en palabras del director de la Biblioteca Nacional, Horacio González, se puede comprar en la misma institución (Agüero 2502), a 40 pesos las antologías y 48 los Chiquitos.