Pequeñas historias de grandes pintores

Leticia Pogoriles, escribe un gran artículo sobre "Pequeñas historias de grandes pintores", donde el pintor e ilustrador argentino Elenio Pico retoma con su imaginario visual una galería de 23 artistas, para que los más chicos reflexionen sobre la producción cultural de "hombres que dejaron registrados 30.000 años de vida".
Con la admiración e inspiración que suponen obras de artistas como Peter Brueghel, Paul Cézanne, Leonardo Da Vinci, Francisco De Goya, Rembrandt, Amedeo Modigliani, Vincent Van Gogh, Xul Solar, Claude Monet, Joaquín Torres García, Arcimboldo, Malévich, entre otros como los pintores rupestres, Hokusai y Yebá de los Tukanos, Pico rinde un tributo a su manera y vuelve a pintarlos, mechando coloridos relatos sobre sus vidas.
"Mirar un cuadro es una experiencia feliz, disfruto como espectador, un cuadro es un universo al que siempre puedes entrar por una puerta diferente. A lo largo del libro son pocos los cuadros reproducidos fielmente, en muchos casos son recreaciones o combinaciones de varios", cuenta a Télam desde Barcelona, donde vive actualmente.
Para sumergirse en la vida de estos creadores universales, Pico -artista gráfico e investigador de la producción visual- realizó un minucioso trabajo. "Estudié mucho sobre la vida y la obra de cada pintor, sus herramientas y sus procesos. Traté de establecer los contactos entre sus maneras de pintar y sus vidas para llegar a mi imagen final. Todo esto sin perder de vista a los niños", dice.
En su libro, editado por el sello Pequeño Editor, donde utiliza técnicas de photoshop, lápiz y fotografía, Elenio cuenta en cada capítulo breves historias que evidencian el vínculo del artista con su obra y su trascendencia y anexa información para seguir indagando sobre estos indispensables del arte mundial.
La elección de cada personaje fue hecha sin planificación previa, para él fue "más interesante el devenir, un pintor traía al otro, un color llamaba al otro, una situación refería a otra y así fue tomando forma, quizás de una manera un tanto anárquica, pero trabajarlo fue muy estimulante", confiesa.
Elenio Pico nació en Buenos Aires en 1960, pero vive y trabaja en Barcelona, se formó en la Escuela de Bellas Artes donde sus obras tomaron el carácter de la pintura combinada con materiales y soportes de la gráfica. Junto a los maestros Hermenegildo Sábat y Carlos Nine trabajó en la Fundación Artes Visuales, lo que significó "un contacto definitivo con la ilustración".
Paralelamente, participó en la Comuna del Lápiz Japonés, la revista/libro experimental emblemática de la historieta independiente de los `90. "Si a estas experiencias le sumamos un poco de capiteles románicos, Walt Disney y Paul Klee pasados a través del tamiz de mis limitaciones que son serias, tendríamos el porqué del resultado de uno de mis dibujos", define.
El mundo estético actual de Elenio está anclado en trabajos que unen de distintas maneras el arte con los niños; de hecho, es el autor de más de una decena de libros infantiles, formó parte del Plan Nacional de Lectura por dos años consecutivos y creó el proyecto web Aulas Hospitalarias en el Hospital de Niños San Juan de Dios de Barcelona.
"Fue un trabajo muy intenso creado para niños en períodos de internación largos y cíclicos. La propuesta consistía en que todo lo producido desde el dibujo no adquiría una forma final hasta que el niño intervenía con avatares, como editores de cómics o con animación aleatoria. Eran mundos en que los niños, casi sin darse cuenta, construían formas definitivas de dibujos generando contenidos", recuerda sobre esa experiencia.
Su acercamiento con los chicos se dio naturalmente, tal vez, arriesga "por el interés que me despierta su ingenuidad, su maldad, su capacidad para el juego y su curiosidad. Llegué a ellos por culpa de algo de la literatura más maravillosa y de los ilustradores que en mi niñez me invitaron con su trabajo a dejar rastros. También llegué porque, en realidad, tengo recuerdos".
Esa memoria viene de la mano de lecturas como "El príncipe Valiente" de Harold Foster, los dibujos de Ayax Barnes y Napoleón para "Los cuentos de Polidoro", las jugadas de fútbol ilustradas del diario La Prensa, Mosquetero, la Patorucito escolar, "Pelopincho y Cachirula", "Hijitus" y "Anteojito".
"Todos los superhéroes del planeta -suma a su lista- Landrú y Oski, Astroboy y Batman y, aunque, la pintura para un niño de clase media educado en los `60 en Buenos Aires era como un lujo al que no tuve acceso, tengo recuerdos de muy pequeño de Miró, Picasso y Modigliani".
¿Cómo es la relación de los niños con el arte? "Después de la Segunda Guerra Mundial, la mirada de ciertos sectores del arte se volcó a los niños y una de las claves de esa corriente está apoyada en atender a la producción de imágenes sin pretensiones culturales y sin conciencia de los problemas artísticos".
"Entonces -continúa- los niños como productores de imagen, están afortunadamente y en algunos aspectos en un lugar de acción y representación ideal. Los problemas del arte son de los grandes que trabajan en ordenar universos. En cambio, los niños pueden cambiar de tamaño y montarse en una nave espacial de juguete, ser grandes como una montaña e incluso introducirse en un cuadro".
Muchos niños dibujan durante sus infancias, ¿Por qué esa actividad se pierde en gran medida cuando se llega a la adultez?
"Podría asegurar que toda persona fue feliz con un lápiz en la mano alguna vez. Hay un momento en que nuestros reflejos cambian. La idea de hacer las cosas bien nos paraliza y dejamos para otros actividades en las que nos sentimos imperfectos.
El juego es cosa de niños y ellos, llegado un momento, desean convertirse en adultos, caen en la trampa y pierden un espacio mágico.Peter Pan", concluye desde Barcelona este gran artista visual.

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