Pipo el Botitas

Pipo el Botitas na vez hubo un perrito que se llamaba Pipo. Era como un peluche cuando nació y a los 3 años ya parecía una bolita de nieve. Sus ojos eran negros, como su bonita nariz y era muy travieso en la casa.
Su dueño era Alfred, mi marido y cuando lo sacaba e iba por la correa le decía:
- Vamos a la calle!! - y Pipo daba saltos enormes de alegría. Le encantaba salir fuera y bajaba las escaleras como un rayo.
Era un poco cascarrabias con otros perros, les ladraba y quería pelea, pero en cambio con las perritas, era diferente, le daba besitos a las chicas y las olía, jugando con ellas.
Pipo tenía una camita roja que era su favorita y al llegar de la calle, se tiraba bocarriba y se ponía a hacer el loco, era muy divertido verlo, daba grititos y era un perrito feliz. Aunque a los 12 años tuvo un problema en su columna y tuvimos que operarlo.
Se recuperó muy pronto y le dábamos helado de chocolate como premio. Le pusimos unas botitas rojas para caminar, y en el barrio le decían "Pipo el botitas".
Un día, ya se puso muy enfermo y se tuvo que marchar al cielo de los perritos. Alfred se quedó muy triste y yo igual, le mandamos muchos besitos de chocolate a nuestro Pipo por haber sido el perrito más bueno, precioso y gracioso del mundo entero.

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Sobre el Autor

Eli Romero Pavón, de Sevilla, España

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