Poesía. El Concierto
ro, cro cro cro, canta la ranita a la luna
que se mira en la brillante laguna,
mientras su amigo grillo y su instrumento
prepara el concierto único, en un momento.
Cri, cri, cri, cri, con traje negro afina el grillo,
aceita sus patitas y les saca brillo.
Todo está preparado para el concierto,
unos bichos comentan del gran acierto.
El grillo emite extraños lamentos
con sonidos rápidos y otros más lentos.
La ranita aplaude en los intermedios,
“melodías como éstas son gratos remedios”.
La luna asoma con placer su blanca cara,
le agrada escuchar esa música rara.
Las estrellas en el cielo observan curiosas
y el grillo les dedica unas notas preciosas.
Varias grillas llegan con acento enamorado,
dicen alegres que el grillo les ha gustado.
La ranita escucha atenta y abre los ojotes,
platica con un sapo de sus grandes dotes.
Una mariposa nocturna queda embelesada
de la apariencia del grillo, cae enamorada.
Esto no le gusta para nada a la ranita
que se pone más verde cuando se irrita.
El viento detiene su paso ambulante
busca con esmero un lugar adelante,
quiere estar primero y saludar a su amigo,
darle un abrazo y prestarle su abrigo.
Todos los insectos se sienten inspirados
miran al grillito con rostros admirados.
Va a terminar el concierto en ese instante
la audiencia extasiada está más expectante.
¡Bravo, magnifico! ¡Fue un gran evento!,
grita la ranita saltando de su asiento.
El público ovaciona con aplausos estruendosos,
el grillo está al nivel de todos los virtuosos.
Él hace reverencias por tanta exaltación
y lanza su pañuelo al final de la función.
Riñen las enamoradas grillas entre sí
pues el blanco pañuelo es su frenesí.
Pero la ranita da tremendo salto al aire,
coge la prenda con marcado desaire,
luego lo dobla con el triunfo en la mirada,
las grillas quedan con las antenas alzadas.
La ranita sube al escenario segura,
y da un beso al grillo con mucha finura.
Se van de la mano llenos de alegría
a cantar la noche y después el día.
Cro, cro, cro, cri cri cri, se escuchan sus voces por ahí.
El Concierto
Esta poesía fue escrita por Marianela Puebla de Valparaíso, Chile ()