Un mundo de solidaridad

Un mundo de solidaridad a zorra iba aquella mañana, muy contenta por el bosque, cantaba mientras olfateaba, dentro de poco iba a poder llevar alimento a sus cachorros, tan alegre iba que no vio al oso, que iba tratando de alcanzar un panal de abejas para sacar su miel.
- Oh! buenos días señor oso, linda mañana, para caminar por el bosque, verdad?
- Así es señora zorra, pero tenga cuidado con el cazador que nos viene pisando los talones.
Apenas había dicho esto apareció el cazador con su escopeta apuntando al oso y a la zorra
- Por favor Señor cazador, mis hijos esperan que les lleve su alimento, no me dispare.
- Lo siento ese es mi instinto y necesito cazar para sentirme importante, además usted señora Zorra tiene un bello pelaje que me servirá para venderlo a quienes le gusten las pieles.
La zorra lloraba tristemente, pensando en que ya no volvería a ver a sus zorritos, quien se iba a preocupar de ellos?. El oso que se había mantenido en silencio, viendo esta escena, con sus manos en alto, se dirigió al cazador, y le dijo
- Mi piel es muy gruesa y en invierno no se siente frío, te la ofrezco a cambio de que dejes que la señora zorra vaya con sus hijos, yo en cambio estoy solo en el bosque.
El cazador de pronto se sintió avergonzado de sus instintos y pidió disculpa a ambos, alejándose por el bosque. Aquella noche, en la cueva de la señora Zorra se sentían arrullos y risas de los zorritos, mientras saltaban sobre el oso, contento ya de no estar solo en el bosque.

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Sobre el Autor

María Inés Valencia, de Santiago, Chile

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