La varita mágica
ace muchos años había reyes, y muchos, sino todos tenían hechicero a su servicio.
Para gobernar por esa época, cuentan que una vez un sapo, apareció con la varita del mago Merlín, o tal vez era el mago mismo, hasta puede ser que una bruja, con algún "maleficio", lo hubiera convertido en sapo a quien fuera.
Lo cierto es que con la varita desarrugaba pieles de cocodrilo, quitaba disfraces de presidiario a las cebras, reducía barrigas a hipopótamos y rinocerontes, cambiaba de olor a los zorillos, volvía serios a los tucanes, daba la velocidad del sonido o de la luz a gaviotas y tortugas, y le ponía color a salamanquejas y ranitas pálidas.
La lora le pidió un corazón mas grande que el de la jirafa, el elefante menos panza y mas gracia en la danza
-Puede pedirme usted cualquier cosa que yo se la daré - dijo el sapo a la jirafa que no había solicitado nada.
Por favor señor sapo, regáleme la varita- pidió la jirafa.
El sapo se la obsequió generoso, entonces esta levantó la varita, llenó de alegría el corazón de la lora, borró del diccionario la palabra vanidad, condenó a magos, brujos y hechiceros a dejar de existir y en la selva todo volvió a la realidad.
Dios, feliz por la recuperación de la verdad, tomó la varita, la llamó "batuta" y desde esa vez, siempre que El la levanta; grillos, renacuajos, loros, aves, ranas y otros músicos, dan inicio a la sinfonía de la creación.
Contamos con un audiocuento de esta historia, te invitamos a escuchar nuestra versión de La varita mágica
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