La Liebre y la Tortuga

La Liebre y la Tortuga os animales estaban reunidos en el bosque escuchando como la liebre se reía de la tortuga. Burlona la desafió a una carrera. Para sorpresa de todos la tortuga aceptó. Nadie tenía dudas acerca de quién iba a ganar, pero todos pensaban que resultaría divertido mirar la carrera.
Marcaron la largada junto al viejo roble caído. La tortuga avanzó trabajosamente, tambaleándose sobre sus cuatro pequeñas patas. La liebre, por su parte, corría desatada a su alrededor. Finalmente, para mostrar su despreocupación y el desprecio que le inspiraba su adversario, esta se tiró a descansar bajo la sombra de un árbol. La tortuga, entre tanto, seguía avanzando lentamente, centímetro tras centímetro.
-¡La carrera ha empezado! -advirtió el oso, desde un lado del camino.
Pero la liebre respondió:
-¡Ya lo sé, ya lo sé! Pero la tortuga no podrá llegar antes del mediodía al gran olmo que está en el otro extremo del bosque.
Confianda, se instaló a sus anchas y se quedó profundamente dormida.
Mientras la tortuga avanzaba con lentitud, cada uno de sus pequeños pasos, la acercaba más al olmo, que era la meta señalada. Avanzaba lenta y pesadamente, mientras la liebre dormía confiadamente su siesta, encogida como si fuera una pelota.
Después de un tiempo, que pareció interminable, la tortuga descubrió que estaba a pocos pasos de la meta. La tortuga estaba exhausta por haber llegado tan lejos a su máxima velocidad, pero juntó fuerzas para una arremetida final.
¡Y en ese preciso instante, la liebre despertó! Al ver que la tortuga ya estaba casi junto al punto establecido como llegada, esta se levantó de un salto y echó a correr por el camino a grandes saltos.
¡Cuando faltaban solo cinco centímetros, la pobre tortuga escuchó a la liebre casi a su lado!
Pero hubiera sido lo mismo, si su veloz competidor hubiese estado a un kilómetro de allí. Pues en un esfuerzo máximo, la tortuga estiró su largo pescuezo y tocó la corteza del olmo un segundo antes que la liebre, jadeante, la alcanzara.
¡Había ganado la carrera!

Moraleja: Con seguridad, constancia y paciencia, aunque a veces parezcamos lentos, obtendremos siempre el éxito.

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Sobre el Autor

Esopo, de Grecia

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