La Mariposa Blanca

La Mariposa Blanca a mariposa, blanca como la leche blanca, dibujaba tirabuzones en el aire mientras volaba sobre el bosque pero no podía encontrar los árboles. Los hombres los habían talado. Buscaba un lugar seguro donde poner sus huevos. Ella, tan blanca, no podía ocultarse fácilmente. Las mariposas de colores, en cambio, se posaban sobre las flores rojas, anaranjadas o amarillas y parecían pétalos. Así lograban engañar a los pájaros y a otros animales. Se detuvo en el pasto pero era tan visible
que enseguida se acercaron un lagarto, dos sapos y una bandada de aves, con la intención de convertirla en su alimento.
Entonces migró hacia una plantación vecina, en la que tampoco pudo quedarse porque la habían fumigado para alejar insectos, lo cual era peligroso para ella.
Una gran nube de humo la desorientó aún más, provenía de chimeneas enormes como bocas de dragón que lanzaban al aire sus lenguas de fuego. Fue así que levantó vuelo y se dejó llevar por el viento, ensayó todo tipo de aleteos encantadores. Dibujó espirales y rulos en el aire, flotó en las alturas y voló a ras del suelo, hasta llegar a un jardín florecido que le gustó. Estaba en la ciudad y enfrente, un alboroto de voces le llamó la atención. Las ventanas de la escuela se abrieron y ella entró a un aula llena de niños y niñas de guardapolvos tan blancos como la leche blanca. Cuando la vieron empezaron a gritar:
-¡Una mariposa, una mariposa! Parecía que nunca hubieran visto una.
Muchos lanzaban manotazos al aire para tratar de capturarla. Pero no todos la querían cazar. Abril abrió su carpeta, llena de hojas blancas como la leche blanca y la mariposa se posó en ellas. Así, logró ocultarse en la blancura del papel, con lo cual se salvó de ser atrapada. Como los chicos estaban tan entusiasmados, la maestra dijo -¿quieren dibujar mariposas? -Siii- respondieron todos. Abril, cubrió la hoja con los brillos y colores que más le gustaban, una figura alada, blanca como la leche blanca, quedó estampada en el centro del papel. Ella le agregó flores y otras mariposas alrededor.
-Quedó precioso- dijo la maestra. Después de dejar su contorno marcado en el centro de la hoja, la mariposa, aleteó muy fuerte para quitarse la brillantina y salió volando por la ventana. Iba otra vez en busca del jardín florecido, donde había mucho néctar para poder alimentarse y
era un buen lugar para depositar sus huevos. A todos les gustó mucho el dibujo de Abril y lo eligieron para decorar una pared del aula.
Ahora, cuando los chicos abren la ventana del salón, ven enfrente el jardín florecido, como antes, y también un montón de mariposas, blancas como la leche blanca, que con encantadores aleteos dibujan rulos y espirales en el aire.

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Sobre el Autor

Silvia Rodríguez, de Argentina

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