La bruja del colorinche
abía una vez en un reino muy, muy lejano, una bruja que, en vez de ser mala era rara.
Ella no usaba sombrero puntiagudo y oscuro, si no, de carpintero, en vez de varita, usaba tijeritas y en vez de escoba, secadora. Y como si fuera poco tenia, en su ropa, el arco iris entero.
Sus amigas se burlaban, pero ella no se enojaba y en vez de hacerle daño a la princesa del reino le cortaba el pelo, el pasto y las zanahorias.
Un día, un gran dragón se acercó al reino y el rey asustado dijo que habría un concurso, para que la ganadora saque al dragón de allí. Y la ganadora fue la brujita que le dió un hogar no muy lejos de allí, donde le enseño a no escupir fuego y a tomar el té con modales, que le había enseñado la princesa.
Todas las tardes llevaba tortas y galletas para comer con el dragón. Y fueron amigos por mucho, mucho tiempo.