Para contar un cuento y capturar la atención de los chicos, tratando que no se “vayan por las ramas”, no hay secretos. Es más, no hay manera de llevar a cabo esta tarea en forma coherente, porque los niños poseen una condición natural, dentro del proceso de maduración del razonamiento y pensamiento consciente (desde su nacimiento y hasta adquirir la capacidad de comprender conceptos abstractos), que los lleva a pasar de tema en tema, “saltando” las partes relacionadas con el desarrollo lógico de la historia tal cual la percibimos los adultos (situación temporal/espacial, presentación del tema o historia,desarrollo, meollo o clímax, desenlace y/o moraleja).

Teniendo presente esta premisa, y entendiendo además que deberemos armarnos de paciencia antes de contarle un cuento a un chico, sugerimos:
• Empiece con cuentos tradicionales, que Usted conozca. De esta manera, no deberá estar tan pendiente del texto (especialmente a la hora de las interrupciones);
• No importa si la Bella Durmiente fue a parar a la panza del Lobo Feroz, y la rescató Pulgarcito, que llegaba en un carroza tirada por cuatro ratones. Ya habrá tiempo para que entienda las diferencias de los cuentos clásicos, sus contenidos y el análisis de sus contextos. Ahora, su hijo quiere entretenerse, y Usted quiere que él sienta lo más importante: QUE ESTÁ ALLÍ CON ÉL, y le está destinando tiempo de calidad (aunque ésto suene remanido, es real);
• La paciencia es un arma importante para contar un cuento, pero mucho más es LIBERARSE DE LOS PREJUICIOS: no tenga miedo, y saque al “chico” que tiene adentro. No tiene que demostrar ninguna autoridad, ni postura, ni ser “un ejemplo”: ahora, simplemente, DIVIÉRTASE. Sea actor, mago, haga ruidos, tírese al piso si le parece conveniente. Le aseguro que será una experiencia inolvidable que su hijo (y Usted) van a querer repetir todas las noches, o todas las tardes, o todas las mañanas, porque...
• NO HAY HORARIO PARA LOS CUENTOS: no tienen porqué ser el corolario de un día de trabajo, cuando Usted ya no tiene más ganas, ni fuerzas, ni paciencia para afrontar esta tarea. Es más, empiece contando un cuento cuando le quede cómodo y pueda disponer de tiempo (a la siesta, antes de cenar, cuando el niño se baña, etc.);
• Por último, no se haga ilusiones: USTED NO ESTÁ CONTÁNDOLE UN CUENTO A SU HIJO: su hijo le está abriendo una puerta para volver a ser un chico, como él... APROVÉCHELA!

Si entendió todo ésto, es importante que sepa:
• Los niños disfrutan mucho más de los sonidos agudos que los graves, y les gustan las sorpresas: pasar de un falsete (con la voz aguda como los “Bee Gees”), a un bajo (voz de “ogro”), le permitirá manejar la tensión dramática del relato, y mantener la expectativa del oyente.
• IMPROVISE: los mejores cuentos son aquellos que aún no se han contado, y tomando de base los clásicos, deje volar la imaginación con su hijo.
• Las gesticulaciones y los modismos exagerados son muy útiles para divertir a los niños, ya que permiten articular y presentar mejor las diferencias entre los personajes, así como sumar un agregado más a la trama.
• Su hijo, de todos los cuentos que Usted le cuente, seguramente elegirá su preferido. Esta predilección estará relacionada (frecuentemente) con su rutina de seguridad (acciones repetitivas que están relacionadas con su esquema de horarios o tareas: cepillarse los dientes antes de dormir, un mismo horario para el baño todos los días, etc., y que le brindan contención y seguridad al niño desde estas referencias de su entorno familiar inmediato). Su hijo le solicitará que repita (una y otra vez) el mismo cuento, adelantándose, a medida que los días pasan, a la trama y EXIGIÉNDOLE QUE LA RESPETE. Utilice a su favor esta rutina, y súmele elementos para dar pequeñas variaciones a la historia, en particular si suma la presencia del niño dentro de ésta.
• Si lee un cuento, HÁGALO DESPACIO (sin dormirse, por supuesto), articulando bien cada palabra, ya que el niño (de acuerdo a su edad) las tomará como “ejemplo” para su vocabulario: cuanta más variedad de términos, más posibilidades para que el niño (aunque ahora no comprenda su significado) amplíe su discurso (tenga presente que, desde los 18 meses de vida, un niño pasa de manejar un vocabulario de 40 palabras a utilizar 200 palabras básicas... en sólo seis meses!).

Ahora, si todavía se siente inseguro, use un grabador, y GRABE SU CUENTO EN SOLEDAD, sin público. No sea extremadamente crítico con Usted: no importa la calidad de su voz, importa escucharse, ya que le permitirá saber si su lectura es atrayente (tanto para un adulto como para un niño), y como “bonus”, podrá utilizar esta grabación para ver cómo reacciona su hijo ante el cuento, o ante la posibilidad que un “tercero” (el grabador) se inserte dentro de su vínculo y gane su atención.

Si quiere reforzar ese lazo especial con su hijo, empiece a contarle un cuento, cualquiera que estimule su imaginación. Es importante que ambos sepan que es una tarea de amor, que no tiene vacaciones, pero que GRATIFICA PROFUNDAMENTE, y siempre será recordada por sus chicos (aunque hoy Usted ni se lo imagine...) cuando sean grandes como su papá o mamá.